Soy una «urbanita», eso significa que mi vivienda es un piso y que la capacidad de almacenaje es limitada. Tengo trastero en el 2º sótano, pero no tengo despensa donde guardar algunos alimentos. Así que una garrafa de agua, aceite o cualquier otro líquido es un problema. Por otro lado, casi lo prefiero, porque cuanto más grande es el envase, ponemos menos cuidado en la cantidad que vertimos.
Es habitual que los geles de baño, el aceite de cocina e incluso el vino que compramos, lo trasvasemos a una botella y me preguntareis por qué. Muy sencillo, primero por la comodidad del manejo del envase, segundo, porque «medimos con más tiento» la cantidad que escanciamos y tercero, porque «como hay…..» . Todos somos dados a no poner límite. En una ocasión una señora, madre de varios hijos, me comentó que «los envases grandes no le gustaban porque el gel de baño no tenía para dosificar la cantidad». Tenía razón.
Medir las cantidades no es de «roñosas» . La comida sale sabrosa sin que nade en aceite, hay que saber cocinar dándole el gusto a los alimentos, beber vino con mesura y bañarse sin hacer un baño de espuma que luego nos cueste quitarnos el gel. Creo que, aunque tengamos «de todo», es más inteligente usarlo con mesura.
