Hace mucho tiempo, en mis paseos por la ciudad, pude observar a un varón de unos 45 años que me llamaba la atención. Parecía que había sufrido un accidente e inicialmente se iba recuperando. Iba con una silla de ruedas, acompañado con su mujer, tiempo después, caminaba muy despacio con dos muletas, siempre con ella a su lado.
No importaba el frío o el viento, siempre se les veía pasear, supongo que si el hombre se cansaba demasiado, se sentaría en la silla de ruedas, pero solamente al principio, lo vi utilizarla.
El verano depara muchas sorpresas y yo me llevé una increíble. Lo volví a ver charlando alegremente con un conocido y bromeando. Llevaba una camiseta y un pantalón corto… y sus piernas «eran bionicas desde los glúteos hasta los pies».
¿De qué podemos quejamos? ¡Menuda lección!.
Aviso: No reblar significa no ceder, no tirar la toalla.
En absoluto!!!
Hay muchos ejemplos como el que nos dejas, Tintero; a veces son tan sutiles que pasamos a su lado sin apenas notarlos; pero están allí de manera constante. Claro, el que nos traes es realmente magnífico, sobre todo la imagen de la pareja en compañía constante como la del hombre riendo. No sé si lo hiciste adrede; pero esos detalles magnifican el ejemplo que nos compartes.
Un abrazo.
Hola Borgeano. Puede parecer que son una curiosa pero en la calle observas aunque no quieras…, Escuchar reír a una persona físicamente tan limitada pero que no siente amargura (que no digo que tenga sus «momentos», ¿acaso no les una llamada de atención para nosotros los perfectos» que nos quejamos de todo? Saludos.