Algunos niños tienen miedo a lo desconocido, a la oscuridad, a los ruidos fuertes, a las tormentas…, pero no me refiero a ese miedo infantil que, a veces, hace temblar e incluso, que se queden bloqueados…
Me refiero a otra clase de miedo: A ser diferente, a que nos señalen con el dedo, a llamar la atención… Queremos refugiarnos en la masa, en el anonimato…, y ese comportamiento no es exclusivo de los adolescentes o de los jóvenes, también hace su presencia en los adultos.
Oigo a pocas personas que manifiesten sus opiniones independientemente aunque se queden solos o no, que tengan y mantengan una opinión personal y que sean consecuentes con ella.
Eso es miedo, miedo a no llamar a las cosas por su nombre, miedo a no seguir la moda o la opinión general, miedo a la no aceptación del grupo.
Miedo a ese «todo vale» que parece regir los comportamientos de la mayoría y a los que nos plegamos para «no desentonar» , para que no nos tachen de…
Necesitamos más personas cabales.
Miedo a vivir con alegría, aún entre quienes odian…miedo a vivir en paz, aún entre los que están atribulados, sí es dificil vivir con miedos que te limitan, prejuicios… Interesante tu entrada, para reflexionar…muchas gracias.
Gracias a ti por comentar. Saludos.
Muy de acuerdo contigo. El miedo abunda y es un error… Pero te diré que me ha encantado tu dibujo. Extraordinario.
Gracias, te voy a nombrar maiceros/marchante, jajaja
Sabes que te admiro.
¿qué linda!, un super-abrazo.
Creo que mi caso es bastante particular; por un lado sufrí los miedos propios de la infancia, pero por otro lado me supe diferente desde pequeño. Lo curioso del caso es que eso no significó un dolor demasiado marcado, ya que aún en aquella época «yo sabía» que yo tenía razón y que todos los demás estaban equivocados. Ta vez esa falta de humildad en aquel momento me sirvió para no sufrir en demasía.
Un abrazo.
¡Qué bueno tu comentario! es cierto que la autoestima ayuda a superar los miedos. Un abrazo.
A veces ser «la oveja negra de la familia» no está nada mal. Hay algunas anécdotas curiosas; por ejemplo, no pudieron hacerme tomar la comunión porque a la tierna edad de ocho años ya me negaba a entrar a las iglesias… (hoy lo hago pero por razones culturales). Y alguna que otra parecida.
Abrazo.
¿Vaya ejemplar!, jajajaj