Cuentan que una vez, una dama de alto copete, era admirada por su belleza y su bondad. Su marido la adoraba y siempre que no tenía otras obligaciones, la acompañaba en sus paseos.
Un cortesano, enamorado de su belleza y deseando yacer con ella, tuvo la idea de difamar a la señora ante su marido creándole sospechas sobre su comportamiento. Aunque el marido tenía la seguridad de que le era fiel, el cortesano creó dudas en su corazón aquel, incluso llegó a pensar en repudiarla.
El cortesano, arrepentido ante la magnitud de su calumnia y el posible castigo si no confesaba y se sabía la verdad, confesó al noble la falta y pidió perdón a la dama.
Esta, tomando una jícara de aceite la arrojó por el suelo de madera que se extendió con rapidez y le dijo al cortesano «Ahora, recógelo». «Señora, no puedo, la madera se impregnó con el aceite y no se puede limpiar». «Eso es lo que has hecho con mi buen nombre, mancharlo sin que pueda volver a quedar limpio».
Cuando leo bulos, medias verdades y opiniones interesadas que manchan a otras personas, me viene a la memoria el cuento del aceite, el suelo de madera y el buen nombre de las personas.
No conocía la historia, y me parece que se adecúa perfectamente a dichos casos.
Gracias por compartirla.
Gracias a ti por comentar.
Asi es querida amiga, La reputación queda por siempre manchada- Abrazo y rosas
Actuar bien, y a pesar de ello, siempre existe la envidia. Un gran abrazo.
Eso ocurre, lamentablemente, mucho más de lo que se cree. Y al margen de que no se puede limpiar, ya no se trata solo de lo que puedan ver o creer los demás, el gran daño es el que se produce interiormente; el que sufre la persona difamada.
Un abrazo
Si, es una cadena…, abrazos.
El cuento del aceite es muy bueno, pero tu pintura, acuarela, es genial. Me quedo con ella.
Gracias.
Una historia realmente aleccionadora, amiga, y ¡¡que cierto es!!. Y a Pincel la niebla le ha quedado fenomenal. ¡¡FELIZ NAVIDAD Y UN ABRAZO ENORME!!
Feliz Navidad. Besos.