Hay personas que tienen «horror al silencio». Parece que necesitan música a gran volumen, hablar sin parar con un tono de voz que llame la atención para que todo el mundo les oiga, aunque lo que dicen no sea significativo o no tenga interés general. El ruido es una de las características de su carácter. Necesitan escucharse y llamar la atención.
Por otro lado, las personas silenciosas se refugian en el mutismo cuando las conversaciones no son de especial interés. Contestan con monosílabos o frases muy cortas. Ellos piensan que decir lo repetido por otros en la misma tertulia o reunión, no aporta nada nuevo y se callan.
Pasear por el campo, o en una tarde lluviosa con el paraguas, o simplemente sentarse a observar, les producen calma y serenidad.
Es una forma de vida más tranquila, menos bulliciosa donde contemplar la Naturaleza les enseña cada día algo nuevo.
Oír el silencio puede ser una buena «terapia».
Como oír la lluvia y los árboles amarillos de tu pintura…
Eres poeta siempre y en todos tus comentarios. Gracias amiga. un abrazo.
El silencio es terapéutico; vengo bregando por ello desde mi blog y desde hace rato. Para mí es terrible tener que ir para el centro de la ciudad, con todos esos ruidos ensordecedores provenientes de los cuatro puntos cardinales. Y la gente está tan equivocada que hablan de «refugiarse en el silencio» ¡Uno no se refugia en él, vive en él! Al contrario, la gente se refugia en el ruido porque tiene miedo de encontrarse a sí misma es en esa maravilla que es el silencio.
Si hasta la misma palabra es bonita…
Un abrazo.
Tienes toda la razón amigo. Hay que vivir el silencio. Un abrazo.