En las casas modernas tenemos un pequeño problema, son como si estuvieran hechas de papel y la intimidad brilla casi casi por su ausencia. Da lo mismo que se oiga roncar al vecino, que puedan tener una bronca o que estén con arrumacos amorosos, todo se oye.

Un chiste muy antiguo contaba que : El vecino de arriba tenía por costumbre quitarse los zapatos cuando llegaba a casa a altas horas de la noche (primero uno y luego el otro tirándolos con fuerza) y que el vecino de la planta de abajo le pidió, por favor, que se descalzara con más cuidado porque lo despertaba.
El vecino de arriba se volvió a descalzar ruidosamente y entonces se acordó de la petición de su vecino y colocó el segundo zapato silenciosamente en el suelo. A la mañana siguiente coincidieron en el ascensor y le dijo: «Vecino, esta noche no lo he despertado. «No, me ha dejado despierto toda la noche esperando que tirara el segundo zapato.»
Eso no pasaba en las antiguas casas de piedra había más intimidad.
Lo viví en Madrid, se oía todo… Me encantó el texto y la obra de arte. Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, amiga. Un beso.