Al hilo de lo que contaba en mi entrada anterior me viene a la memoria el uso (y abuso) que se hace de los medicamentos. Mi amiga tiene una caja llena de pastillas, píldoras, viales, etc. y no es que sea una profesional de la medicina. Quizás si lo fuera, tendría en cuenta la cantidad de «efectos secundarios» que contiene su caja de medicamentos.

El problema es que la familia se mete en un bucle de medicaciones increíble. Fueron los exámenes de selectividad el curso pasado y me contaba con orgullo que, para que su hijo fuera más tranquilo, menos nerviosa a los exámenes «le había dado una pastillita porque ella no quería que sacara mala nota».
¿Pero, ¿que le diste? «una cosita que me mandaron a mi cuando estaba muy nerviosa pero no tiene importancia es muy suave». Si no tiene importancia ¿para qué se la da al hijo?, si es muy suave ¿qué efectos le produjo al crío?, si se la mandaron a ella ¿con qué criterio se la dio? Luego nos quejamos de que los jóvenes se droguen, fumen, etc.
Muchas drogas están tan integradas en nuestro modo de vida, que no siquiera las llamamos así.
Y, como tú dices, luego pasa lo que pasa…
Es una pena que esto suceda. Saludos.