Siempre se dijo eso, o algo parecido como «que guapo estás callado», y es que, a veces, las personas olvidamos lo que damos como una verdad inquebrantable en nuestra forma de opinar para caer en la contradicción al minuto siguiente.

Cuando nos mostramos tajantes en nuestras opiniones se nos olvida que existen matices y que «rectificar es de sabios» y que nunca se puede decir «de este agua no beberá» (ya salió la mujer con sus refranes) y lo siento pero el idioma castellano es muy rico en sentencias donde diciendo muy pocas palabras, decimos mucho.
Estamos en unos momentos donde cada día se hace más «complicado» expresarse con naturalidad y decirle a una niña «mi princesa» o algo similar, se considera mal…, o que un padre o madre amoneste a su retoño por su comportamiento, puede hacer que una persona extraña a su educación, llegue a llamarle la atención y le amenace por «maltrato infantil» ¿Dónde estamos llegando?
Estamos llegando demasiado lejos… allí donde el silencio es la maquinita que no habla pero lo dice todo. Me ha encantado leerte. Y también el dibujo, precioso.
Gracias amiga. Un abrazo.
Hola buen
Hola, bienvenida