Viento.

En esta tierra sopla siempre el viento. Eso es muy bueno, se lleva los virus y las infecciones a otro lado, pero también las nubes, esas nubes que, cargadas de agua, son tan necesarias para todo, Aragón tiene sed, y necesita de la lluvia para los campos, para las plantas, para los pantanos, para las personas…

El viento mueve todo, las hojas que en otoño caen de los árboles alfombrando las calles, la ropa de las personas…, Desde hace unos años las mujeres hemos decidido llevar pantalones pero era todo un espectáculo ver como las muchachas y las señoras, se agarraban las faldas para que el dios del viento, no les enseñara la ropa interior en un descuido.

Dicen que la temperatura baja una serie de grados, según la fuerza del viento…, no lo sé con seguridad, pero la sensación térmica es bastante desagradable…, claro que siempre hay personas que les gusta «el fresquito»

Recuerdo una anécdota. Estaban haciendo en Canfrán (valle del río Aragón) un embalse y había una serie de operarios procedentes de otras regiones de España tomando el desayuno en el bar. Entró un paisano de la zona y comentó: «hace fresquito, ¿eh?» y uno de los que ya estaban en el bar dijo: «jo… con estos aragoneses que al frío le llaman fresco».

Otra anécdota muy divertida. Mi pequeña podrá tener 5 o 6 años y estuvo viendo la película «Lo que el viento se llevó» cuando la repusieron un fin de semana. Al acabar preguntó: «Mamá, ¿qué es lo que se llevó el viento?» No había entendido nada.