Vivo en un piso. Este, a pesar de haberlo pagado como «si fuera bueno», tiene las paredes de papel, es decir, se pueden escuchar todas las conversaciones que mis vecinos dicen. Hay que tener en cuenta que soy una persona bastante silenciosa y que solo escucho música en volumen reducido, me molestan los gritos y los pequeños están acostumbrados a mi tono de voz, así que el silencio es bastante frecuente en mi casa.
Eso viene a cuento porque hay personas que hablan para ellas y para media ciudad. Parece que si hablan mas fuerte, tienen más razón o se les va a hacer más caso.
Eso, en conversaciones normales, pero cuando hay discusiones, la cuestión se altera. Comprendo que si se tiene una voz potente sea un poco difícil modularla, pero a nadie le interesan los «trapos sucios» de una familia.
En el silencio de la noche, me desperté con una discusión de los vecinos. La voz más estridente de la señora se imponía a la de su marido que le decía «no grites» …, pero ella continuaba en el mismo tono.
Estuve tentada de pasar y pedirles «que bajaran el volumen de la televisión» pero no me decidí a hacerlo. ¿Por vergüenza o pudor? No conseguí dormir hasta las 3 de la mañana, quizás porque terminaron la disputa, se rindieron de cansancio o yo también acabé dormida.
Cuando viví en Madrid, me pasaba lo mismo… Por la noche reñían, se oída todo lo que hablaban y nada se podía hacer al respecto… Así somos. Unos gritan y el silencio nos lo transmite todo, por eso, porque los tabiques son de papel… Mi abrazo.