Cuentan que una vez, en un lejano país había una dama muy hermosa casada, que todos los nobles la admiraban, no solo por su belleza sino también por su carácter.
Había un caballero que, a pesar de estar casada, no paraba de hacerle requiebros e incluso solicitaba su compañía. Al sentirse defraudado a pesar de su insistencia, despechado se puso a hablar mal de ella e incluso a calumniarla. Esto llegó a los oídos de la dama y lo llamó a su presencia.
Él, avergonzado, postrándose a sus pies le pidió perdón pero la dama le pidió que se levantada. Llamó a un criado para que trajera una cántara de aceite y ante la sorpresa del caballera, tiró el aceite al suelo y le dijo: «Ahora límpialo y que no quede ni rastro». «Señora, eso no se puede hacer, siempre quedará algún resto de aceite» «Pues eso es lo que has hecho con mi honra, siempre quedará alguna mancha…»
Oigo a nuestros políticos y descubro que, como en el cuento, carecen de argumentos o ideas creativas, solamente saben insultar. Manchar , ensuciar la honra de los adversarios.
¡Qué pena!
Como siempre, excelente dibujo, y la historia no puede ser más real, no sólo a nivel político, también a nivel del día a día de las murmuraciones… Aceite que se derrama y por mucho perdón que se pida, ya no se pueden limpiar las manchas. Muy bueno. Un fuerte abrazo.