He conocido a una persona que desde hace 26 años ayuda a los niños de Ucrania tras el desastre de lla central nuclear de Chernobyl, esa mujer comentaba que desde ese momento y tras los sucesos de esta guerra, se plantea muchas cosas, entre ellas, a valorar lo que merece la pena y lo que no. Es una mujer sin estudios ni diplomas, pero de una gran humanidad dispuesta a «echar una mano» donde haga falta.
Ni la ves presumir de lo que ha hecho y sigue haciendo, solo lo comenta en su grupo de amigas y conocidas. Gran ejemplo, porque sin palabras grandilocuentes ni lágrimas en los ojos, sino serena y tranquila, cuenta lo que ve y en lo que puede ayudar. Siempre las personas sencillas nos enseñan a valorar porque siempre (o casi siempre) los que menos tienen saben compartir.
Gracias Rosa nos ayudas a abrir los ojos, porque llega un momento en que nuestro egoísmo o nuestra indiferencia…, o como no se cuentas en los periódicos no son noticia, y nos hace olvidar las necesidades ajenas, y en estos momentos son más de lo que parecen