Llevo unos días que me pregunto cómo podemos ser capaces de tener un idioma tan bonito y utilizarlo tan mal..,. Las palabras que sirven para comunicarlos, para llegar a acuerdos, para expresar sentimientos (positivos o negativos) los usamos como piedras para herir a los demás, al adversario…
No es solo lo qué se dice sino también cómo se dice, los gestos agresivos, el volumen que se emplea…, me siento mal. Esos señores y señoras (con perdón que dudo que lo sean) que nos representan en las más altas instancias de la Nación, no tienen ningún empacho en insultar al oponente, ¿cómo pueden esperar que los jóvenes se comporten de forma correcta?
A veces, sigo los debates de sus «señorías» y siento vergüenza…, ¿así son sus «señorías» en su vida privada? parece una riña de perros y gatos. Recuerdo que nos mostraron un video (como ahora todo se publica) donde en un país lejano habían llegado unos políticos a las manos…, aquí llegaremos, seguro, también llegaremos. Me recuerda aquello de «en la burra mando yo, cuando quiero digo arre y cuando quiero digo so…., ¿y el diálogo?
Y es que está claro: » el mana¡da manda…, aunque mande mal» Porque el respeto hay que ganárselo…
Ya os contaré un cuento sobre los jefes en otro momento.
Auténticas verdades… nos cuentas, amiga. Un abrazo.