En el pabellón de la O.N.C.E. en una exposición, tuve la oportunidad de poder hacer una visita por un «bosque» como si fuera invidente, se me vendaron los ojos y tenía que reconocer que tipo de árboles tenía delante al tocar sus troncos, unos eran rugosos otros lisos, otros con nudos, otros estriados…
También podía tocar sus frutos, pero puedo asegurar que las bellotas de las encinas y las de los alcornoques, no se diferencian tanto por el tacto y las hojas, son tan diferentes de forma, tamaño, textura, borde…
Fue una experiencia inolvidable, comprobar lo difícil que es aprender prescindiendo de la vista y a la vez, la cantidad de cosas que aprendí de los árboles, quizás por eso me gustan tanto.
Me gustan porque dan oxígeno a este planeta que nos empeñamos en envenenar, porque sujetan la tierra impidiendo o ralentizando la erosión, porque aportan nutrientes a la tierra con sus hojas muertas, porque nos dan sombra en verano protegiendonos del sol, porque nos dan sus frutos, porque en invierno pierden las hojas para que el sol nos caliente y de luz…, Creo que son un buen ejemplo de generosidad.
Por todo eso, no llego a entender por que hay personas que provocan incendios.