Mi afición al futbol no llega más allá de la curiosidad, en algún momento, de preguntar cómo va algún equipo por el que siento más o menos simpatía. Reconozco mi ignorancia y nunca he acudido a un campo de futbol ni distingo los colores de las equiparaciones de los equipos.
Sin embargo, ese deporte o negocio, según se mire, en los últimos tiempos ha pasado a convertirse en una manifestación visceral de la frustración que se ampara en la «Masa» y que saca a relucir las peores tendencias del ser humano.
Cuando leo que se agrede a árbitros, que se insulta a los jugadores o que no se guarda respeto a instituciones que representan a todo el país, creo que como sociedad, hemos caído muy bajo. ¿qué pensarían si alguien intentara «pitar» el himno de EE.UU. o cualquier otro?. Lo mínimo sería un «correctivo» por parte de las fuerzas del orden del país correspondiente.
Porque la educación y el respeto, eso que escasea tanto en algunos colectivos, deben ser siempre el modo de comportarse ante los demás y ante uno mismo.