Hace calor, las personas buscan la sombra cuando tienen que salir de casa o se encierran en ella con el aire acondicionado. Nunca estamos contentos con el tiempo…, pero ¡si es lo que tiene que hacer, estamos en el mes de julio!
Hay otra forma de superar las altas temperaturas, la playa, la montaña, los búcaros y los abanicos. Antes, todas las señoras que se preciaban de tal, llevaban su abanico en el bolso y lo movían con un garbo difícil de superar.
Había un lenguaje referido a ese complemento, cómo se comunicaban los enamorados cuando otros los vigilaban, cómo decir que no querían verse o que le esperaran en el jardín, etc. No tengo suficiente conocimiento de esa comunicación, me pilló un poco tarde…, pero es cierto que existió.
Recordando viejos tiempos más románticos y menos mecánicos os hago esos dibujos. Son diferentes castillos, hechos a plumilla, y que tienen el encanto de lo antiguo pero no por ello, viejo.
En las veladas donde todavía se sientan las mujeres «a la fresca» porque han terminado sus tareas o están de vacaciones en el pueblo, para ellas, los recuerdos, nos pueden refrescar.
Me parece una idea muy original la crear esos castillos a plumilla en los abanicos que nos muestras. Te felicito, amiga. Buen trabajo. Mi abrazo y cariño.
Muchas gracias. Un fuerte abrazo.