Seguimos viajando. A orillas del mar Báltico nos esperan varias sorpresas. La primera la Basílica Catedral de Oliwa, de la orden cisterciense, rodeada de un espeso bosque y que impresiona por su tamaño. Pero también por su órgano (en el que tuvimos la oportunidad de escuchar un concierto) y en el que algunas de sus piezas se articulan según el instrumento que suena.
La ciudad de Sopot también nos sorprende con sus balnearios del siglo XIX, esa belleza clásica que nos hace pensar en damas paseando por los senderos y su muelle de madera de más de 500 metros sobre el mar, el más largo de Europa. También vimos la Fragata-Escuela de mas Báltico.
No podíamos dejar de ver la «casa torcida» un edificio singular donde los haya, muy al gusto de las construcciones del norte de Europa y que se ha convertido en una atracción turística.
Qué envidia sana me entra…
¡Que sigáis disfrutando, y compartiendo experiencias!
Lo bueno es compartir, porque así se vive dos veces, o tres, o…, saludos.
Gracias por compartir tu experiencia viajera y tus fotos. Me gusta la casa torcida, pero el órgano de la Basílica Catedral de Oliwa ¡¡ME ENCANTA!!
Me alegro de que te gusten las fotografías y poder compartirlas con vosotros. Un abrazo.