Los seres vivos tenemos la facultad de desprender unas sustancias químicas de carácter olfativo con el fin de atraer a otros seres vivos para el apareamiento, o por el contrario, repelerlos si suponen un riesgo o amenaza para la vida. El olor a comida nos dispara las papilas gustativas y el humo nos pone en alerta.

Todos nos lavamos, acicalamos y perfumamos para resultar más atractivos a nuestros congéneres, pero, a veces, la cantidad de perfume supera el umbral de lo agradable y llega a provocar rechazo. Claro que siempre es más agradable percibir un aroma suave que el molesto olor de un sudor casi permanente.
Tengo la suerte de percibir los olores con facilidad e incluso reconozco algunos (de limpieza o fragancias) que me resultan familiares, aunque a veces, esto no es demasiado agradable, sobre todo, cuando llego a espacios cerrados donde se mezclan distintos olores. Pero siempre es preferible oler simplemente «a limpio» que «atufar» al vecino.
Así es, amiga. Por eso a veces nos tapamos la nariz y otras quisiéramos hasta salir de ella para degustar el buen olor… Bueno y la obra de arte no puede ser más limpia… Me encanta. Un beso. Feliz día!
Muchas gracias, un abrazo.