Después de unos días de lluvias, ha salido el sol, así que esta mañana he salido a pasear. Me ha engañado ese sol un poco tamizado, como si estuviera triste y la temperatura era baja, (seis grados). Así que procuraba ir por las zonas soleadas.
Claro que no contaba con el viento. Ese viento racheado que nos visita en otoño, en invierno, en cualquier época del año y que en algunas esquinas casi me tiraba al suelo. Ese viento que jugaba con las hojas secasen los rincones de los edificios.
Porque las hojas de los árboles han cambiado de color, ya no se muestran verdes sino que empiezan a ser amarillas y marrones. La estación ya ha cambiado y las calles se llenan de hojas como alfombras crujientes. Ya no quedarán hojas, se las habrá llevado viento o el servicio de limpieza municipal.
Pero como los árboles duermen bajo esa aparente desnudez, sigo buscando la belleza en sus troncos y sus ramas desnudas, aparentemente secas que , como un milagro, volverán a renacer en primavera.
Belleza de árbol desnudo! Y sí, se parece a mi viejo almendro en invierno. Muy bello tu dibujo, amiga. Mi abrazo.
Gracias. Abrazos.