Muchas veces es tan importante callar como hablar, incluso más importante, porque, como comentaba en una de mis entrada antigua, hay tres cosas que no vuelven: «La flecha que se disparó, la oportunidad perdida y la palabra dicha.»
En el libro de Irene Vallejo «El futuro recordado», comenta que famoso orador Cicerón llamó al lenguaje no-verbal «la elocuencia del cuerpo», porque nuestra postura personal y nuestra expresión (tensa, exigente, comprensiva o relajada) dice mucho de nosotros y más claramente que las palabras porque estas pueden tener un doble sentido.
La autora cuenta en su libro una antigua leyenda. Como todas las leyendas es curiosa.
«Cuando un nuevo ser humano llega al mundo, Dios le pone el índice sobre los labios para animarlo a guardar sigilo. Así se explicable el pequeño surco que tenemos entre la nariz y el labio: Es la impronta dejada por Su huella a esa primera iniciación al silencio, mientras esperamos nacer».
Una bonita leyenda.
No había oido hablar nunca de esta leyenda. ¡Qué curiosa!
Gracias por compartirla.
Gracias a tí, saludos.
Excelente, por tu parte y por Irene Vallejo… Es guardando silencio, cuando y donde aprendemos a escuchar, sin duda. Muy buenos los dibujos. Como siempre. Mi abrazo.
Ya sabes que Irene Vallejo no da puntada sin hilo. Un abrazo.