Siempre se dijo que «el que mucho habla, mucho yerra» y cada vez soy más consciente de ese refrán. Un conocido decía que su abuela le repetía: «si Dios hubiera querido que habláramos más que escuchar, tendríamos dos bocas y una oreja».

Me recuerda que algunas personas son como las tormentas, vienen, descargan su «mercancía» y siguen su camino. Claro que las tormentas pueden ser buenas siempre que no vayan acompañadas de vientos fuertes, inundaciones, etc., y nos dejan el cielo con unos colores increíblemente bellos.
También las hay malas, con pedrisco, fuertes vientos, o destrozos en caminos, algo así como las personas que, cuando ves que llegan, sabes que la crítica, la negatividad y los comentarios poco amables serán su «descarga». Vamos, como se suele decir: «Me da más miedo XX que una pedregada». (tormenta con granizo).
Tu acuarela lo expresa perfectamente, y cuánta razón tienen tus palabras. Me encantó tu entrada en general. Felicitaciones. Eres única. Besos.
Mil gracias, los amigos son los que me hacen única.
Creo que por eso Wittgenstein dejó escrito:
«De lo que no se puede hablar, hay que callar.»
Muy bueno. Saludos