Reconozco que prefiero el calor al frío pero este año se puede decir que vamos bien de temperaturas y ese refrán que dice con ironía: «El verano en la montaña va desde Santiago (25 de julio) a Santa Ana (26 de julio)» no se está cumpliendo, quizás en las cumbres…
Este verano es muy casero por culpa de ese virus que nos mantiene en alerta y que no nos deja salir a disfrutar en las playas (aforo limitado), bañarnos en los ríos, con vigilancia restringida, ni piscinas públicas… Se han disparado las ventas de piscinas hinchables.
Creo que el calor no es significativamente más alto que en otros años, más bien es la sensación de «no poder hacer lo que nos gustaría» (ir a la playa, bañarlos en ríos, pozas o barrancos, etc…) pero si pudiéramos ¿lo haríamos o simplemente seguiríamos con la rutina de la quincena en la playa, algún baño en las piscinas públicas o en la alberca del amigo con el que hemos ido merendar?
Nos molestan las prohibiciones porque nos impiden nuestra libertad de elegir, eso es lo que hace que este verano sea «especialmente caluroso»