Vivo en un piso de un barrio tranquilo, solamente, cuando son las fiestas del Patrón, hay más bullicio. (Aquí se habla muy alto, como si necesitáramos gritar para decir que nos lo estamos pasando bien). Como compramos en la «época de la burbuja inmobiliaria» y todo se compraba a precios elevados, digamos que las paredes «son de papel», (se oye todo, incluso lo que no interesa), las terminaciones dejan bastante que desear, pero eso sí, tiene algunos detalles de «piso bueno» y barrio tranquilo.
Los vecinos nos respetamos, no se meten en las vidas ajenas, (buenos días, buenas tardes) y no hay escándalos ni peleas. Cada uno va a su lugar de trabajo…, poco más. A veces, me da pena lo impersonales que nos estamos volviendo. Conozco a pocos vecinos por culpa del ascensor pero no se escuchan voces. No quiero que se entienda que deseo volver a «las casas de vecinos» donde todo el mundo se conocía «demasiado».
Mis vecinos actuales tiene un bebé de año y medio que, cuando algo no le gusta, muestra su disconformidad gritando…, pero ¿quien no ha tenido un niño que grite o berree?. Además los niños (y hay unos cuantos en la casa) suben y bajan sin hablar alto o golpear el habitáculo. Es de agradecer.